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Enviado por Ramón Vidal el
Imagen de la película "Un héroe"
Ramón Vidal
Un héroe (A hero)

Incertidumbre y complejidad moral

Por José Luis Vázquez

No tengo muy clara mi en parte infundada alergia hacia el cine iraní a comienzos de la década de los 90 del pasado siglo. Supongo que estribó en el ensalzamiento que por aquella época se hacía por parte de mis colegas de todo aquello que fuera contra el cine de Estados Unidos, reivindicando cualquier cinematografía o cineastas por muy plasta que fueran que supusieran o se utilizara para ir contra el mismo. Supongo también que eso motivó mi contra reacción y que ello provocó que cometiera injusticias en cuanto a ciertas valoraciones, no siempre claro.

El caso es que el primer indicio de que en el país persa había profesionales de fuste y contenía propuestas de indudable interés surgiría con quien me resultaba un tanto desesperantemente parsimonioso y en ocasiones plomizo Abbas Kiarastomi, todo un ídolo de festivales. Admito que pese a la pesadez que puede suponer su cine A TRAVÉS DE LOS OLIVOS tenía, tiene su interés. Eso me hizo recuperar su anterior trabajo Y LA VIDA CONTINÚA, en la cual estaba inspirada aquella.

A continuación, descubrí al Majid Maijidi de la espléndida EL COLOR DEL PARAÍSO. Y después llegaría el Jafar Panahi de ESTO NO ES UNA PELÍCULA y TAXI TEHERÁN. Y entre medias de ambos, surgiría el gran búfalo dorado, el mejor de todos ellos, Asghar Farhadi, que en 2009 y, aunque ya llevaba tres trabajos en el morral, al menos a quien esto escribe le sorprendería de manera felicísima con un trabajo de alta precisión desde la sencillez, la delicadeza y aromas hitchcockianos, A PROPÓSITO DE ELLY.

Y es que esa comparativa que a veces se ha hecho de su cine con el mago del suspense no es ni mucho menos tan disparatado como pudiera parecer. Es cierto que carece de la parafernalia propia de la industria más poderosa del mundo, pero sus efluvios entiendo que son palpables. Y lo son porque las situaciones y los personajes que propone resultan complejos y generan permanente desazón. Tal vez la diferencia fundamental estribe en que Farhadi no resulta tan rotundo en sus apreciaciones y deja que los dilemas morales que expone continúen flotando en el ambiente una vez finalizada la proyección.

Es lo que pasa con Rahim (un estupendo Amir Jadidi), el protagonista de esta historia, preso por una deuda que no pudo pagar y que dispone de un par de días de permiso para que su acreedor le conceda la oportunidad de que permita pagársela de alguna manera. Y hasta aquí puedo leer, aunque no crean que por el hecho de que les contara más les iba a chafar demasiado de su argumento. Porque aquí lo que importa no es tanto un desenlace concreto, sino las dudas, las incertidumbres, las complejidades que tantas veces la vida depara, en la que todo no es tan blanco ni tan negro. Y en que a veces queriendo hacer bien las cosas todo se acaba complicando porque se confunden lo adecuado, lo conveniente y lo que debiera ser… o no, pues nunca se acaba de saber cómo resolver mejor situaciones o conflictos apurados, puesto que la vida no viene con manual de situaciones para abordar cualquier tipo de improviso o revés con la que esta nos puede “obsequiar”.

El caso es que el firmante de películas tan apasionantes como la citada de ELLY, EL PASADO (de nacionalidad y ambientes franceses), TODOS LO SABEN (rodada en España, con la que se empaparía y adaptaría francamente bien de las esencias propias de nuestro terruño), NADAR Y SIMIN (UNA SEPARACIÓN) o EL VIAJANTE, estas dos últimas recompensadas justamente con el Oscar a la mejor producción internacional, de nuevo ofrece un ejercicio alejado de cualquier tentación facilona, con el que vuelve a quedar expuesta su vocación humanista y esa complejidad marca de la casa con la que nos contempla a los individuos, a la propia vida. Y, de paso, mostrando de fondo una sociedad, la suya, de manera un tanto sutil y amplia en cuanto a datos y comportamientos.

Una vez más la propuesta de este singular profesional resulta plausible y admirable desde la simplicidad más elocuente, que jamás simpleza. Un ejemplar cine moral, que en absoluto moralista, lo cual tiene mérito al proceder de un país que ha hecho de la teocracia, el fundamentalismo y lo taxativo sus señas de identidad, pero ya se sabe que lo que luego cuece entre sus entretelas es otra cuestión a veces diferente porque la condición humana es la condición humana incluso ante el panorama más adverso o desolador. Y es que este resulta uno de los milagros de la propia vida y de lo que nos suele regalar este grandísimo creador.

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