Por José Luis Vázquez
TOP GUN (ÍDOLOS DEL AIRE) supuso uno de los grandes éxitos del cine norteamericano allá por mediados de los 80, en plena, efervescente y entendiblemente eufórica época reaganiana. Y pese a su planteamiento sencillo e inocuo consiguió concitar la atención de todo tipo de espectadores, fundamentalmente jóvenes, en las plateas de medio mundo.
La fórmula era sencilla, pero de lo más efectiva: intérpretes carismáticos, ensalzamiento de valores tradicionales (amistad, esfuerzo, valor) y profesionalidad, estupendas escenas aéreas y un director algo más que resultón… Tony Scott. El relevo a este último lo ha cogido en esta arrasadora secuela -paralizada dos años en las estanterías por el covid- otro colega francamente competente y que cumple con la pericia del aviador más temerario. Qué buen y eficaz cineasta se vuelve a revelar Joseph Kosinski (OBLIVION otra de pilotos con Cruise en esta ocasión en el futuro, HÉROES EN EL INFIERNO). No confundir con John Krasinski, el de la extraordinaria UN LUGAR TRANQUILO y continuación.
Y qué gran y ejemplar profesional es Tom Cruise, aquí obviamente más veterano, pero tirando de nuevo de bomber y de gafas relacionadas con su trabajo (aunque él las luzca especialmente más allá de su verdadero cometido) y demostrando que es una de las últimas grandes estrellas del Séptimo Arte. Y volviendo a hacer alarde de unas condiciones físicas admirables a sus esplendorosos 60 años, rodando varias escenas sin ampararse en extras, tal como suele ser norma en él.
Desde luego, qué formidable película y secuela (mejor incluso que la original, escrita con talento y respeto a su antecesora), qué grande continúa siendo el cine norteamericano.
A destacar a título sentimental un entrañable y conmovedor cameo de Val Kilmer que tan sólo puede hablar mediante voz digitalizada debido a un cáncer de laringe. Todo un detallazo por parte de Cruise con su otrora rival de ficción. Y por supuesto no quiero olvidarme de Jennifer Connelly, “sustituta” de la inolvidable Kelly McGillis, que hace gala de una espléndida madurez, aunque su papel no posea especial relevancia, pero ya se encarga ella de conferirle la prestancia adecuada.
Y prepárense para cuarenta y cinco minutos finales de puro vértigo, con unas secuencias aéreas verdaderamente espectaculares, de las de dejar pegado en la butaca, en el sofá o sea el lugar en el que se vea. Pero, además, vuelve a hablar con sumo acierto -en esta ocasión mucho más- de la amistad, la lealtad, las segundas oportunidades, la propia estima, el coraje, el valor y varias cosas más.
De lo mejorcito estrenado este año junto a THE BATMAN y EL HOMBRE DEL NORTE entre otras, pues BELFAST y LICORICE PIZZA, aunque vistas este 2022 son del año anterior.
Aprovecho y apostillo con un breve y atinadísimo comentario de una buena amiga periodista, Marta Antón, toda una entusiasta de este díptico y de esta entrega en concreto: “Oda a la “vejez” o madurez que, aunque parece que te va a hundir en la miseria porque también han pasado esos años para una, demuestra que la experiencia siempre es un grado, que la excelencia sigue siendo lo que significa y que el valor no se pierde, se tiene. Precioso homenaje al pasado y al futuro. Divina fotografía. Volveré a verla en cine antes de que la quiten. Alucinante”