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Enviado por Ramón Vidal el
Imagen de la película "Soy Nevenka"
Ramón Vidal
Soy Nevenka

Hay algo que no es como dicen

Por José Luis Vázquez

Dejen aparte el hecho de ser del PP o del PSOE (de Podemos o de Vox o del sursum corda), de derechas o de izquierdas, medio o completamente pensionistas. Hagan un simple ejercicio de empatía. Supongan que tienen una hija, hermana o amiga acosada por una mala bestia provenga ésta de donde provenga o se apellide como se apellide, en este caso -es obligado ceñirse a los hechos- un alcalde del Partido Popular, Ismael Álvarez, en la Ponferrada de 1999 y 2000, en pleno amanecer de este milenio. Este sujeto forma ya parte del acervo negruzco de nuestra historia, al ser el primer político condenado en España por la cuestión anteriormente mencionada.

Prosiguiendo con este breve prólogo para ponerles por mí parte en situación, señalar que una máxima fundamental que suelo mantener como principio vital es la de que lo que está mal, lo está lo haga quien lo haga, Agamenón o su porquero. Por lo cual a estas alturas de mí provecta existencia no suelo casarme incondicionalmente con tendencias políticas, familiares (cheques en blanco ni a mis queridísimos padres), de amigos o del tipo que sean. Esto es un país tan cainita como mi querida España se penaliza especialmente, pero qué le vamos a hacer, como diría la gran Jessica Rabbit en una frase a la que suelo recurrir, “me han dibujado así”. Me temo que ya soy lo suficientemente mayor para no poder cambiar de rumbo. Y conste que hablo desde la autoridad que me otorga haberla pifiado en tantas ocasiones, pues santurrones/as en este mundo conozco escasos o ninguno, si me apuran seguramente ni lo fue la mismísima Madre Teresa de Calcuta lo fue.

Centrándome en lo que ofrece esta película de la gran Icíar Bollaín destacar que con plausible rigor y sobriedad lleva a cabo una exposición, una crónica de hechos que resulta de lo más divulgativa y esclarecedora. Que tal vez puedan encontrar alguna mínima distorsión, es posible, pero ello no dañaría en modo alguno lo sustantivo y lo esencial del relato. Y es que, ante cualquier situación, no digamos ya en esto de la ficción por muy basada que esté en la realidad, cuando alguien cuenta lo que sea en primera persona, incluso el más supuestamente riguroso de los documentales, doy por descontado alguna ligera subjetividad. Nunca se puede ser objetivo plenamente. La cuestión es que se ajuste lo máximo posible a lo acontecido, teniendo en cuenta diversos factores y puntos de vista, o que no que chirríe ni sea desproporcionado. Y esta obra considero -por la información consultada- que no cae en ello, más bien lo contrario, trata de ser todo lo ajustada que le es posible.

Pero incluso aunque si algún pequeño detalle puntual se hubiera maquillado, lo que cuenta, lo que prevalece es su sustancia, denunciar ese hostigamiento, ese atroz abuso de poder. A veces mostrándolo de manera muy sutil, pues ella en principio “accede” a mantener una relación con el sujeto en cuestión, el cual debería haber entendido un principio básico, que cuando alguien quiere pararla por el motivo que sea, eso es sagrado, ya que tenemos la suerte de vivir en un lugar que felizmente está en las antípodas de decenas de regímenes dispersos por el mundo verdaderamente atroces al respecto, desde el despreciable y teocrático Irán de los ayatollah hasta la Rusia del dictador y homófobo Putin.

Atención igualmente al asfixiante y descalificador contexto mostrado, ese que en tantas ocasiones pudiera destrozar la vida de cualquiera. Cuidado con juzgar a la ligera o defender a los de cada cual arbitrariamente.

Yéndome a otro apartado argumental revelador, uno de los muchos más que podría abordar (no se trata de chafarles su contemplación) y que ilustra también el discurso que les estoy soltando, es el referido a la relación existente entre la protagonista, esa joven, ilusionada y preparada concejala de Hacienda del PP, con su homónima del PSOE (Lucía Veiga). La descripción de la segunda está trazada en unas breves pinceladas sin santificaciones, sin excesos, sin cargar las tintas. Y a mi esa me parece toda una cualidad (cuando en nuestro cine se ha tendido en el pasado a un cierto sectarismo y maniqueísmo) que agradezco sobremanera, indistintamente de si fue verdaderamente así al cien por cien, pues el cine requiere ciertas licencias en tantas ocasiones para agilidad y clarificación de la narración.

No puedo concluir sin aclarar para quien pudiera no estar al tanto de que el subtítulo que acompaña mi reseña (podría haber sido también… “Cómo arruinar vilmente la existencia de una mujer”), ese agudo y certero “Hay algo que no es como dicen”, alude a la formidable e inspiradora novela de Juan José Millás, que ha dado lugar al buen guion de Isa Campo y de la propia Bollaín, el mismo tándem de la admirable “Maixabel”. Por cierto, la madrileña, tiene entre otros méritos haber sido la firmante de la mejor película rodada por estos pagos sobre la violencia de género, esa que es transversal. Me refiero a “Te doy mis ojos”, rodada íntegramente -o prácticamente- en Toledo.

Viene ofreciendo una filmografía compacta, coherente y un estilo directo, lo que la ha convertido en una especie de “prima” relativamente lejana y con identidad propia de Ken Loach. Yendo casi siempre al meollo del asunto, de manera funcional, pero sin obviar la emoción, o una pulcritud y sobriedad que en este y otros antecedentes suyos resulta un elogio. Un cine el suyo admirablemente aseado y sin alharacas, de lo más efectivo y eficaz. De estas facultades vuelve a participar “Soy Nevenka”.

Tampoco sería justo olvidarme de esa otra excelente característica de la que aquí nuevamente vuelve a hacer gala, la dirección de actores de nivel, tal como la joven y refrescante actriz catalana Mireia Oriol, que interpreta con tacto y delicadeza a una mujer de aparente fragilidad, pero enorme fortaleza. Y no digamos ya el papelón que lleva a cabo Urko Olazábal. Sencillamente lo borda, resulta de lo más atemorizador, incluso si me apuran -tal como le sucede al James McAvoy de la reciente y estupenda “No hables con extraños”- en su afabilidad inicial, ya de partida un tanto inquietante.

Remato finalizando como he comenzado, cerrando el círculo. Que cada uno de ustedes intente hacer el simple ejercicio dejando anteojeras, letanías ancestrales o ideologías de cualquier signo a un lado, apelando a la dignidad del ser humano, de encontrarse en el pellejo de Nevenka, o de Nevenko, me daría igual… Terrible, ¿verdad? Que a nadie le suceda.

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