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Enviado por Ramón Vidal el
Imagen de la película "Señales"
Ramón Vidal
Señales

¡Qué grande es Shyamalan!

Por José Luis Vázquez

Ha sido el gran renovador del cine de terror y fantástico, de profunda raíz realista, durante la primera década del siglo XXI. Se trata del grandísimo cineasta estadounidense de origen indio M. Night Shyamalan. El mismo que a los 17 años ya había rodado 45 películas caseras con una cámara de Súper-8 emulando a su admirado Steven Spielberg. El que con tan solo 22 se atrevería ya con su primer largometraje, “Praying With Anger”. Y el que con 29, dirigiría un título del fuste y la importancia de “El sexto sentido” (1999), nominada a 6 Oscar y obra capital del género en pleno cambio de milenio y en general.  

 

“Señales (Signs)” supuso su quinto trabajo para la gran pantalla, segundo tras el exitazo reseñado. Y resulta francamente ejemplar, admirable, como con el mínimo de elementos y economía de medios consigue el máximo de efectividad y desasosiego. Logra un clima de tensión perturbador, casi irrespirable.  

 

El guion del propio Shyamalan, que también ejercería para la ocasión de productor, fue el mejor pagado de la historia hasta ese momento. Cinco millones de dólares le entregaría Disney por el mismo. Vuelve a reflejar alguna de sus obsesiones, como esa reacción del hombre común ante una fuerza de origen desconocido, sobrenatural.  

 

Lo que también quedaría claro es que su punto de vista volvió a resultar singular, inquietante, insólito, sorprendente y muy personal. Apenas recurre a golpes de efecto baratos, sino más bien a una creación de atmósfera y un misterio que va introduciendo con enorme sutileza y poder de sugerencia, sin que apenas yo al menos sea consciente. Y como casi siempre ha sido norma, ambientándola y rodándola en su natal Pennsylvania.  

 

Reseñar que, de otro de sus cineastas reverenciados, Alfred Hitchcock, muestra manifiestas influencias, con “Los pájaros” a la cabeza. Inclusive se permite cameos, pequeñas apariciones como el mago del suspense. En esta ocasión de lo más determinante pues tiene que ver con el estado que afecta a su personaje principal, un convincente, brillante Mel Gibson, tras la muerte de su esposa. Esto acaba resultando otro de sus asuntos mayores, pues como bien ha sido señalado en varias ocasiones, su cine ofrece diversas capas como las cebollas.  

 

Ya desde la primera secuencia, resuelta mediante un brillante montaje, soy consciente de que, indistintamente de que pueda gustar al personal mucho o nada, aseguro que se pueden dar cuenta de que no es una historia de invasiones extraterrestres que se parezca a las demás, al uso.  Hasta el punto de que bien podría ser calificada como minimalista, a contracorriente y de lo más sugestiva y atenazadora.  

 

Me gusta muchísimo. Cada vez que la reviso, y ya van unas cuantas veces, me desazona más en un doble registro: en el suspense puramente físico o formal y en el relativo a su aspecto psicológico y ese abordaje del alma de su protagonista, pastor protestante en crisis de fe.  

 

Extraordinaria.

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