Los Dardenne continúan en forma
Por José Luis Vázquez
Los cineastas hermanos Dardenne, Jean-Pierre (74 años) y Luc (71), llevan varios años, treinta concretamente (o tres décadas, si lo prefieren), haciendo un cine social de lo más personal y fuertemente comprometido, que bien lo puede emparentar, desde estilos diferentes, con el todavía más longevo (pues comenzaron su periplo en los 70) de los británicos y admirables Ken Loach y Mike Leigh.
Y pese a su veteranía, curiosamente su último trabajo, “Recién nacidas” es, probablemente y como han señalado atinadamente los colegas Randy Meeks o Desirée de la Fez, el más luminoso de su respetable carrera.
Es francamente estimable, elogiable, valioso y sí, de un relativamente esperanzador desenlace que no suele ser habitual en ellos (precisamente por ajustarse a una realidad nada complaciente con los más desfavorecidos y marginales), aunque en el mismo terreno descriptivo de adolescentes perdidas y madres prematuras, tal vez incluso le gane ligeramente la partida la reciente, igualmente veraz y notabilísima “La maternal” de Pilar Palomero. Y ya sé que no es cuestión comparar, sobre todo si como es el caso, ambas son producciones tan apreciables y con voz propia.
El así contrastarlo y considerarlo tal vez sea debido fundamentalmente por haber contado y entremezclado cinco pasajes y vidas diferentes, lo que en este caso provoca una dispersión narrativa que quizá no contribuya a la unidad temática. O sí, según se quiera ver, pues muestra circunstancias diferentes y ofrece un mosaico esclarecedor y verdaderamente justo con lo que representa cada una de las vidas y peripecias mostradas. En cualquier caso, no considero que afecte a su amenidad y seguimiento, pues todo es tan asequible y transparente como suele ser habitual en su obra. Y podrá fatigarles o no, pero no esperen encriptaciones que en muchas ocasiones tanto pueden irritar, a mí al menos. Lo que desde luego queda claro es que supone su propuesta más coral hasta la fecha.
De lo que sí vuelven a hacer gala y “alarde” es de esa cámara en mano a pie de personajes y de calle, ese mostrar con su ya consabida depuración las problemáticas de diverso que están ahí, a poquito que uno transite por la realidad circundante de la vida entre capas trabajadoras. En esta ocasión, esas ya mencionadas maternidades precoces.
De nuevo ofrecen una lección de naturalismo sin edulcorantes ni falsos sentimentalismos, aunque si tuviera que elegir un título de su brillante carrera que más linde con lo último, sería seguramente este. Lo que pasa es que ya se cuidan muy mucho de no cruzar esa linde que así parece figurar en su libro de estilo, la de no caer jamás en lo almibarado.
Tampoco vuelven a tirar de músicas molestas o que puedan subrayar el desarrollo de la historia y rehúyen de cualquier artificio, esos que por otra parte, cuando están bien empleados al que esto les escribe reconoce que les suelen gustar mucho.
Además, continúan sin renunciar a sus habituales planos secuencia o a esa combinación de planos cortos y largos, para mostrar el interior de sus personajes con los primeros y para el “fluir” de la acción con los segundos.
Se encuentran ante un cine europeo si este concepto tuviera acaso una única definición, pero para que se me entienda un poco mejor, nada que ver con el -y volvemos a los estériles tópicos o generalizaciones- rítmico estadounidense, aunque en el “indie” de aquellas latitudes pueden encontrar a patadas equivalentes como el aquí reseñado.
De lo que no me cabe duda es que vuelve a salir a la palestra el profundo, humanismo, sin alharacas, que exudan y destilan estos singulares directores que hace ya tiempo que se han ganado un hueco destacado en la industria del continente, prácticamente desde sus inicios, desde que obtuvieran aquella merecidísima Palma de Oro en 1999 por la impactante “Rosetta”, una angustiosa y rompedora creación que provocaría -la demostración de que el arte a veces sí sirve para la reivindicación de causas justas sin necesidad de dar la brasa ni ser sectario- que se aprobaran leyes contra el paro juvenil y la pobreza, pues ellos casi siempre, por no decir que siempre, suelen poner el reflector en las grietas del sistema.
Encima poseen una rara virtud, la de resultar empáticos a la vez que mostrarse distantes contemplando a sus criaturas y sus complicadas situaciones.
“Recién nacidas” supone otro paso adelante en una filmografía coherente, tozuda y preciada. Y esta vez, incluso sus detractores pueden aproximarse con otra mirada, otra “sonrisa” (lo cual no conlleva que hayan bajado el listón a la hora de mostrar crudezas de diversa índole) a esta última aportación. Concédanle un voto de confianza.