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Enviado por Ramón Vidal el
Imagen de la película "Madres paralelas"
Ramón Vidal
Madres paralelas

Demasiado batiburrillo

Por José Luis Vázquez

Tras las dos últimas películas de Pedro Almodóvar, JULIETA y DOLOR Y GLORIA, mis favoritas suyas de toda su filmografía (junto con LA FLOR DE MI SECRETO y VOLVER), acudía con cierta expectación a ver su último trabajo muy bien recibido en el Festival de Venecia. He de reconocer que me deja frío, desangelado, un tanto inane, pero no me cebaré (no suelo hacerlo casi nunca, por principio) porque además no sería justo. Es aceptable, además, pero no llega ni por lo más remoto a la excelencia de las anteriormente citadas.

En cualquier caso, este Almodóvar más serio es el que yo prefiero y me ha dado más alegrías, aunque no negaré por supuesto lo mucho que me he divertido con comedias suyas puras, serias también en lo profesional, como ¿QUÉ HE HECHO YO PARA MERECER ESTO? o la estupenda MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE NERVIOS. Sin duda, a estas alturas de su extensa carrera puedo afirmar rotundo que es uno de los grandes nombres de la historia del cine español. Un director audaz, original, con estilo propio.

Y también, conviene matizarlo, hago constar que le he ido valorando con el tiempo, pues al inicio nunca llegué a advertir el potencial que albergaba, me refiero a cuando estrenó PEPI, LUCI, BOM Y OTRAS CHICAS DEL MONTÓN y LABERINTO DE PASIONES… Que ya sé que son muy refrescantes, “rompedoras” y meritorias si se quiere, pero con las que jamás me enchufé al contrario que les sucedió a tantos otros, nunca conecté con su toque posmodernete, su -respetable por no contar con suficientes medios- tono amateur y su petardeo. Si no lo dijera así, me estaría negando a mí mismo. Cuestión bien diferente es que me caiga peor o mejor el individuo, o que me parezca maniqueo en muchas ocasiones, pero este no es asunto a tratar en una reseña de estas características.

El mayor inconveniente que advierto en sus MADRES PARALELAS es que a lo mejor debería haberse centrado todavía más en los dramas de las susodichas, que lo hace quede claro, pero en varios pasajes es para utilizarlas discursivamente. Y el problema de los discursos no es que no le asistan razones, que aquí se pueden justificar todas, sino que ellos estén expendidos o envueltos sin que chirríen, que es lo que pasa aquí en algunos momentos. Pongo un ejemplo contrario, no hay película que falsee más los hechos y cuente más mentiras posiblemente que MURIERON CON LAS BOTAS PUESTAS, pero todo rezuma magnificencia, credibilidad, autenticidad de la mejor.

Algún colega le ha tachado de oportunista, y poniendo entre comillas el epíteto, pues cada uno puede abordar aquello que le dé gana, algo de cierto hay.

Pero incluso esto que podría no tener porqué resultar un inconveniente, queda finalmente lastrado por el querer tratar muchos de esos asuntos de actualidad de manera epidérmica, sin ahondar o entretener (en el sentido más amplio de la acepción) convenientemente. En su túrmix cabe de todo: la memoria histórica, las fosas comunes de nuestra Guerra Civil, Lorca, las manadas violadoras, la bisexualidad y alguna cosilla alusiva más a los recién nacidos que no voy a contar para no restarles alguna sorpresa.

Ello provoca una dispersión en la que no está precisamente fino al manejarla. No vale expedientar dichos asuntos con un par de brochazos. Hasta el punto es así de que lo único que se me queda alojado tiempo después de su proyección es -y aseguro que no pretendo ser frívolo- es una simpática alusión a barquillos del pasado que hace Penélope Cruz, en una salida de lo más manchega.

Posee, eso sí, una estética como suele ser norma en su cine muy cuidada y puntuales momentos estéticos debidos a la excelente fotografía de José Luis Alcaine, la música de Alberto Iglesias o a sus protagonistas y alguna “secundaria” (Julieta Serrano como Brígida sin ir más lejos, su madre en DOLOR Y GLORIA). Hay unanimidad en reconocer su talento para dirigir actores, actrices especialmente. Y aquí las dos principales, Penélope Cruz y la joven Milena Smit aguantan francamente bien el tipo. La primera incluso ha sido reconocida por el mismísimo festival veneciano. Y la verdad es que está bien, sobria, contenida, pero por una vez prefiero a la desmelenada, a la “maggiorata” manchega que hizo en VOLVER. Aunque está claro que Cruz (que ha ido ganando con los años) con Pedro es otra.

Doy por supuesto, pues tal vez me suceda a mí con verdaderas debilidades como Eastwood, Spielberg u otros grandísimos, que quien sea incondicional de su cine la recibirá con los brazos abiertos, quien le tenga inquina la despreciará o no acudirá a verla y el resto seguramente se dividirá, pues el cine del manchego no deja de ser una noria en la que caben desde obras sublimes a otras más infaustas como KIKA o LOS AMANTES PASAJEROS.

A esperar su siguiente trabajo, pues este sin despreciarlo me ha dejado un tanto indiferente, aunque conviene aclarar que no me ha aburrido.

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