El germen de un genio
Por José Luis Vázquez
“Las películas son sueños que jamás olvidas” (Michelle Williams/Mitzi Schildkraut-Fabelman)
Steven Spielberg es mi director de cine preferido de los últimos cincuenta años junto a Clint Eastwood. También uno de mis cinco favoritos de siempre. El número uno continúa siendo John Ford. Ambos protagonizan aquí una secuencia magistral. Y parece ser que real… pero, aunque no hubiera sido así tal como está expuesta, hurra por la leyenda.
Es uno de los cincos mejores estrenos que he visto en los dos primeros meses de 2023, junto a “Babylon” (estoy convencido de que con los años será un clásico pese a sus innumerables críticas), “Llaman a la puerta”, “Deicision to leave” y el discurso del Estado de la Unión -encantador drama romántico a propósito de esto y con idéntico título el que protagonizaran en 1948 los divinos Katharine Hepburn y Spencer Tracy- de Joe Biden… y doy mi palabra de que esto último no supone ironía alguna por mi parte, tan sólo plena y vibrante convicción.
Escucho al colega Andrés Arconada que Spielberg ha sido deshonesto con la libremente autobiográfica “Los Fabelman”. Me contendré respecto a lo que me parece su comentario, no me extenderé mucho más al respecto. Sencillamente lo que hace el genial cineasta es mostrar un admirable pudor, no necesitando tener que poner nombres propios de su familia.
A lo largo de todo el metraje de esta bellísima, sentida, delicada, humilde, intimista y maravillosa obra maestra que es “Los Fabelman” se pueden rastrear decenas de trazos del rey Midas hollywoodiense, tanto el más espectacular como el más intimista: esa película casera que anticipa “Salvar al soldado Ryan”, esa salida de casa para ver un tornado al estilo de la de Tom Cruise tras el inicio del desembarco extraterrestre de “La guerra de los mundos”, escenas familiares que remiten a la de los padres de Leonardo DiCaprio en “Atrápame si puedes”… incluso planea en algún momento el puntual el espíritu del George Lucas de “American graffiti”. Familias rotas vuelve a ser una de sus constantes fundamentales.
En un momento dado se erige también en una inteligente y emotiva crítica al antisemitismo.
La lección de cine que da en dos frases John Ford vale más que cualquier carrera de audiovisuales. Simple y descacharrantemente portentosa. Y quién lo interpreta -un justamente reputado compañero de profesión- sencillamente lo borda.
Tal como algún colega ha señalado certeramente, Spielberg recuerda su infancia como una postal de Norma Rockwell…. Convenientemente ficcionada… añado por mi parte. En la que recoge un precioso pasaje playero/colegial en el mítico Sur de California.
Supone un prodigio de perfección narrativa sin afectación de ningún tipo. Muestra al Séptimo Arte como catalizador y representación de la propia vida. Y menudos sendos homenajes a esos dos monumentos que son “El mayor espectáculo del mundo” y “El hombre que mató a Liberty Valance”.
Vuelve a ofrecer una extraordinaria interpretación de esa formidable actriz de -como David Lynch- Montana llamada Michelle Williams (inmensa MM en “Mi semana con Marilyn”. La única candidata que le podría hacer una poquita sombra a la rutilante Cate Blanchett de “TÁR”.
Es desde ya mismo mi favorita al Oscar a la mejor película y a la mejor dirección de 2022. Aunque no niego que lo tendrá complicado con la extraordinaria y antibelicista “Sin novedad en el frente” o puede que con la para mí desconcertante “Todo a la vez en todas partes”.
Por cierto, el también grandísimo cineasta Denis Villeneuve ha afirmado rotundo: “Los Fabelman es la mejor película realizada sobre el poder del cine… es un milagro… decir que esta película me conmovió profundamente es quedarse corto”. Lo suscribo al cien por cien.