Pasable por ahora, pero hay que esperar
Por José Luis Vázquez
Para mi amiga Mayka Cacho, fervorosa de Mr. Costner, al igual que un servidor
Permítanme por una vez que no haga una crítica al uso, o no tan al uso, y sí, en cambio me centre en sensaciones… un tanto encontradas. Que al fin y al cabo es en lo que deben consistir fundamentalmente los comentarios de cine, dejando a un lado las racionalidades y técnicas que ustedes quieran.
Y es que tiene desconcertado esta primera entrega -si me permiten el símil literario- tetrástico de “Horizon”, la obra magna westerniana en la que su hacedor principal se ha jugado y está jugando cuartos a mansalva y prestigio.
La he visto dos veces y admito mi confusión, mi desconcierto. La primera vez he de reconocerles que me generó una gran decepción, tal vez sobredimensionada por las enormes expectativas con las que asistía, suele pasar, aunque no es habitualmente mi caso, ya que casi siempre suelo tenerlo claro en los visionados iniciales.
Conste que, como saben archi de sobra algunos, soy un verdadero devoto de Kevin Costner en todas sus facetas -productor, actor, director-, uno de los últimos héroes del por mí siempre venerado cine norteamericano. Además, seguramente el Imperio y este menda nos desvaneceremos al unísono, lo cual sería toda una metáfora existencial.
Aparte de su excelente filmografía como actor (“Un mundo perfecto”, “Campo de sueños”, “Los intocables de Eliot Ness”, “No hay salida”, “El guardaespaldas”, “J.F.K. Caso abierto”, “La guerra”, “¿Dónde dices que vas?”, “Robin Hood, príncipe de los ladrones” y un largo etcétera), a mí al menos me ha regalado dos excepcionales producciones del Oeste tras las cámaras, la justamente multi oscarizada “Bailando con lobos” y “Open rango”. Y otro más encubierto bajo el caparazón distópico, masacrado por casi todos (considérenme una excepción), legítimamente patriótico y subvalorado titulado “Mensajero del futuro”.
Entre esas dos muestras oficiales del género, francamente no sé con cual quedarme, pues ambas me parecen grandiosas, caracterizadas por un ritmo pausado y un esteticismo de la mejor ley, cualidades que impregnan puntualmente también a “Horizon”. De hecho, “Bailando con lobos” es uno de los tres únicos exponentes dentro de este territorio o categoría que ha llegado a cosechar la estatuilla dorada a la mejor película, junto a la primera y pionera versión en blanco y negro de “Cimarrón” y la imprescindible “Sin perdón”. Curiosamente tan sólo un trío ha llegado a obtener tal recompensa para el que tal vez sea el género por excelencia del cine de las barras y estrellas.
Por otra parte, el tiroteo de “Open rango” entre otros momentos sublimes, es uno de los más extraordinarios de la historia. Hay que ver cómo suenan sus tiros, esas balas.
Como actor y sin salirme tampoco de estos parámetros, es de justicia señalar esas dos joyitas que son “Wyatt Earp” necesitada de una urgente reivindicación y el loable, el disfrutable refrito/homenaje “Silverado”.
Volviendo al comienzo de esta reseña, el segundo visionado me reconcilió más con esta propuesta. Una cosa esta clara, este fresco de cuatro entregas de tres horas cada una, tiene un claro planteamiento televisivo, no tanto por la manera de estar filmado como por su concepción. Y esto es lo que es posible que pueda despistar a muchos y lo que a mí finalmente me sorprendió un tanto pese a estar avisado. No concluye en sí misma, es una presentación de personajes extensa que se resiente de dispersión y un ritmo deslavazado. Ello tal vez sea lo que más me ha contrariado.
Por supuesto, vuelta a revisar, ratifico algo que incluso ni en esa primera ocasión no puse en duda. A Kevin Costner queda claro que no se le ha olvidado filmar tan excelentemente como lo ha hecho siempre y son además constantes sus guiños a los grandes clásicos, algún planito está casi calcado de “Centauros del desierto”. Resulta ejemplar cómo está rodado ese asalto indio nocturno al campamento o algunas panorámicas dignas del mejor Ford.
Y, esto es lo bueno de reincidir en el paladeo de algo, hay otras varias cositas que contribuyen a que me pueda reconciliar en parte con esta primera entrega que ha supuesto un fracaso crítico y de taquilla. Como cada una de las apariciones de la cada vez más consistente y fascinante neoyorquina Sienna Miller (“El francotirador”, “Foxcatcher”, “Interview”) como colona viuda y madre de una hija adolescente. Imponente.
Pero como indico en el subtítulo de esta reseña, conviene esperar, será mejor analizar todo esto cuando se acaben casando todas las piezas del puzle. Es cuando se podrá tener una perspectiva más rigurosa y ajustada. Mientras, lo visto, es probable que pueda satisfacer a muchos seguidores de este tipo de historias. O incluso de manera entusiasta, tal como le ha sucedido al ínclito y por mí admirado Arturo Pérez Reverte, cinéfilo de pro donde los haya (como el genial Stephen King) y con el que suelo compartir gustos. En mi caso, me quedo con grandes escenas aisladas y el oficio de Costner.
Por supuesto, la veré una tercera vez, sin ir más lejos este próximo jueves 18 de julio dentro de la programación del Cine Club Mancha. Y a ver qué pasa, puede que continúe ganando en mi consideración porque eso sí, tiene de todo: drama, tragedia, tiroteos, recreación paisajística, aventuras, lances de todo tipo… Dicho queda.