Fatigoso parloteo
Por José Luis Vázquez
Tal como indica el título de esta película… ellas hablan, y hablan, y no paran de hablar. Y el problema no es que lo hagan mucho o demasiado, sino el hecho de que lo expuesto resulte un tanto monocorde y espeso. O hablando más en plata… en esta ocasión me aburre tanta charleta. Y conste que el asunto a tratar, tanto de fondo como en primera instancia, es suma y terriblemente profundo, trascendente, apasionante pese al tremendo dolor que conlleva. Pero es lo que sucede muchas veces con las obras artísticas, pueden estar albergadas por temas o cuestiones auspiciadas por las mejores intenciones, el mayor interés o justificadísima denuncia, para que luego, como en este caso, al ser plasmados en pantalla acaban mostrándose un tanto plomizos. O así me lo parece a mí, sin ánimo por ello de que esta sensación tenga porqué ser compartida por nadie más.
Cierto que ya de partida su prestigiosa directora, la independiente y la también -no aquí- actriz Sarah Polley, nunca ha conseguido arrebatarme con su cine pese a reconocerle méritos. Eso sí, conviene recordar que fue la excelente protagonista de uno de los mejores trabajos de Isabel Coixet, “Mi vida sin mí”.
Considero que el tono que le ha imprimido a esta historia de mujeres de una colonia religiosa -menonitas- ultrajadas, agredidas sexualmente es un tanto denso, excesivamente discursivo y con numerosos subrayados. Estoy de acuerdo con la colega Elsa Fernández Santos en lo referido a que al espléndido y silencioso personaje de Frances McDormand se le “echa en falta más recorrido para su reprimida voz”. Las jóvenes Rooney Mara y Claire Foy vuelven a estar magníficas, son con diferencia lo mejor de la función.
Y este término de función no lo utilizo en esta ocasión gratuita o coloquialmente, porque lo que acaba siendo es una gran función teatral con puntuales movimientos de cámara y montaje que le acaban otorgando su vitola cinematográfica. Y esto que supone todo un valor en tantas ocasiones, la última en la reciente “La ballena (The whale)”, esta vez se acaba tornando en lastre, especialmente por un guion que lleva una y otra vez machaconamente a volver sobre lo mismo sin aportar nada especial en cada acometida.
Son varios los que consideran este trabajo honesto y valiente. Respecto a lo primero, doy por sentado de que todos, o casi todos, los que se enfrentan a la creación lo hacen de esa manera. Y respecto a lo segundo, son ya muchas las obras que vienen abordando cuestiones como la plasmada que lamentablemente venían constituyendo doloroso “tabú” hace hasta hace no mucho. Pero jamás valoro una película por sus intenciones por muy loables que estas sean, sino por lo que finalmente exponen y transmiten. Y conste que iba con ganas y expectativas de dejarme atrapar, pero sintiéndolo bastante no ha sido así.
Permítanme una apostilla. Me resulta incomprensible que figure en la relación de las 10 mejores producciones del año para los Oscar. Todavía más incomprensible aún me parece que se encuentre la insufrible “El triángulo de la tristeza”. Y la de “Todo a la vez en todas partes” admito que no la entendí (lo mismo que me pasó hace no demasiado con “Origen” y ya no digamos con la reciente “Tenet”). Siento que en lugar de alguna de éstas no figure la desmesurada, estupenda y fascinante “Babylon”. Mi favorita es “Los Fabelman”, ese nuevo prodigio, en este caso, sencillo, humilde, penetrante, del genial Steven Spielberg. Mi segunda preferida es la sorprendentemente excelente “Top Gun: Maverick”. Y la tercera… la coproducción germano-estadounidense (Netflix habemus) “Sin novedad en el frente”. Desde luego, extraordinarias las tres. Tanto “Almas en pena de Inisherin”, como “Elvis” y “Avatar: El sentido del agua” me parecen muy buenas, merecedoras de haber sido seleccionadas. “TÁR” es desconcertante, ambigua, densa y brillante a la vez (lo superior vuelve a ser una eximia Cate Blanchett).