El amor como motor de la vida
Por José Luis Vázquez
Son muchos los que manifiestan que la imprescindible Pixar se encuentra en declive. Proclamar eso de la fábrica -amparada desde hace ya un tiempo por la todopoderosa Disney, otrora su rival- que en los últimos cuatro años ha sido capaz de regalar “Soul”, “Luca”, “Red” y ahora “Elemental”, me resulta del todo irrelevante y prescindible. Pero, ya saben, esto de las películas, los libros, los cuadros, las canciones, las personas y tantas cuestiones más, es cuestión de gustos, indistintamente de que sus soportes resulten más o menos profesionales.
Son también bastante los colegas que han soltado que parece un producto obra de la inteligencia artificial. Lo considero un comentario gratuito. Pero bueno, si ese es el camino que va a tomar ese tan -por ser suave- preocupante invento de nuestro tiempo, podría claudicar puntualmente a condición de que se me garanticen muestras como ésta. Y esto lo dice alguien a quien le provoca verdadera desazón la tecnología y esa mencionada que ya comienza a sobrevolar sobre nuestras cabezas ante la inquietud de sus propios creadores.
Pero para quien esto escribe, esta última aportación de la factoría que tantas alegrías me ha proporcionado (venero obras como “Toy story 3”, “Ratatouille”, “Up”, “Los increíbles”, “Wall-e” y muchos más), capaz todavía una inextinguible y fértil creatividad y siempre cuanto menos oficio, chorrea imaginación, ternura y un despliegue formal apabullante, pues el humor ha sido dosificado en menores y más infantilonas dosis, no resultando especialmente memorable.
Estamos ante una exuberante producción animada, y más que requete bien animada, a la que algunos han tildado facilonamente como su propio título, que con IA o sin ella por medio (sinceramente no creo que la hayan aplicado… aunque vayan a saber), proclamo rotundo que ofrece un argumento lo suficientemente molón e ingenioso dentro de su previsibilidad, que bebe de aquí y de allá, hasta de “Romeo y Julieta” si quieren tal como ha apuntado más de uno, o incluso del propio “hit” de la casa “Del revés”, pero que no por ello deja de mostrar con creces y generosidad estilo y personalidad propia.
Pero bueno, tampoco hace falta estrujarse demasiado las meninges, sencillamente creo que para disfrutarla se debería contemplar como una encantadora comedia romántica de las de toda la vida, con la introducción de elementos psicológicos sobre el hecho de ser diferente aplicado en múltiples aspectos (la inmigración, al aspecto físico o los caracteres opuestos), que se desarrolla con transparencia narrativa, alegría y abundancia de restallante colorido expendido con la mejor parafernalia técnica del momento. Así de benditamente simple, que no simplona, es esta nueva propuesta.
Su esfuerzo, además, no cae en saco roto, pues se puede apreciar lo sabrosa y saludablemente sazonada que está y el ritmo adecuado imprimido a una historia que gira sobre los cuatro elementos básicos de la naturaleza (fuego, agua, tierra, aire) antropomorfizados convenientemente con gracia y desenvoltura. Encima la bullente y fogosa chica protagonista tiene el bonito y adecuadísimo nombre de Candela.
Ah… Y no está siendo el fracaso comercial que le auguraban tras su estreno. Ni mucho menos. Aunque lo importante es que es francamente resultona y un más que digno exponente del mítico estudio que la ha concebido… y al que le sigo deseando larga vida y prosperidad, que diría otro entrañable, Míster Spock.
Un último apunte, este de corte vidente. Faltando cuatro meses para que se extinga 2023 y siempre teniendo en cuenta que podrían surgir otros títulos destacados o sorpresivos en ese período, la postulo como candidata a obtener el Oscar en su apartado en la edición del año que viene. Veremos.