Laberíntica y obsesiva pasión amorosa trufada de noir
Por José Luis Vázquez
La sombra del inmarchitable “Vértigo” hitchcockiano sobrevuela en todo momento (culpabilidad, suspense de primerisima y ensoñación retumban por sus elaboradísimos pliegues) en este estilizado, fascinante, absorbente thriller (o noir, tal como preferimos algunos) romántico coreano, no ya tanto en forma sino en espíritu… y sin menoscabo alguno de su naturaleza inclasificable y su singularidad. Las obsesiones amorosas en una pantalla es lo que tienen en los últimos años, dado el alargadísimo precedente de esa imponente obra maestra del “mago del suspense”
Y es que estamos es ante una historia de amor descontrolada, obsesiva hasta la extenuación, hasta el tuétano, pasional hasta las mismísimas orillas abisales de los sentimientos.
Bruñida con mano maestra, con diáfana complejidad narrativa por una de las puntas de lanza actuales de ese pujante cine coreano, Park Chan-wook, que hiciera incluso sus pinitos, espléndidos por otra parte, en el cine norteamericano con su obligada de conocer “Stoker”, especialmente para quienes gusten de atmósferas atrapables y enfermizas.
Algunas características -temáticas, visuales- comunes suelen atravesar su obra, entre ellas una innata elegancia visual, una violencia contundente y no necesariamente evidente y una sensualidad que oscila entre lo perturbador y la locura amorosa. “Decision to leave” no constituye ninguna excepción a esto, incluso se potencia hasta límites considerables. Por supuesto, sensualidad oriental, refinada, sugerente, honda, percutante, no necesariamente explícita, teñida de misterio.
Y es que la mayor parte de sus películas, de una no demasiada extensa filmografía (algo más de una docena de títulos la componen: algunos tan destacables o emblemáticos como “La doncella”, “Oldboy”, “Symphaty for Mr. Vengeance” o “Thirst”) rezuman pasión por todos sus poros. Con una contención incandescente, próxima a la implosión.
Desde luego, la relación de ese veterano detective casado y la sospechosa del asesinato de un hombre mayor y avezado escalador, engancha y casi abrasa desde los primeros minutos y, a mí al menos, no me suelta.
Conviene estar muy atentos, más que de costumbre a su desarrollo, por su estructura laberíntica, aparentemente -sólo aparentemente- caótica, compuesta de saltos atrás, de flashbacks, de diversas capas. Lo digo por casar todas las piezas del laberinto, pero incluso, si uno se desprende en algún momento de su argumento, es tan potente y bellísimo lo mostrado que casi daría igual.
Algún colega ha destacado su hondura emocional, cuestión que no sólo ratifico, sino que la subrayo muy especialmente. Empapa, cala tan profundamente como las pleamares del océano y de la mismísima eternidad.
Seguramente entenderán mejor su título original en inglés una vez finalizada su proyección… “La decisión de irse”. Por mucho que parezca un spoiler, no creo que puedan imaginar su tremendo desenlace, imposible de olvidar.
Me envuelve del todo lo propuesto por Park Chan-wook, vuelve a lograrlo. Me sigue ganando para su causa cinematográfica.