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Enviado por Ramón Vidal el
Imagen de la película "Cry Macho"
Ramón Vidal
Cry macho

CLINT A RITMO DE BOLERO

Por José Luis Vázquez

Admito que acudo desde hace casi cincuenta años a ver cada estreno de Clint Eastwood, bien sea como actor o director, como un ritual, de lo más predispuesto, entregado y con la devoción del más fervoroso de los feligreses. Y es tanto lo que lo reverencio que ello tal vez provoque que no pueda ser capaz de discernir con el máximo de los juicios críticos posibles. O sí, ¿por qué estar errado por ello? El mañana dirá. O no, ya lo dice, me hace feliz me sienta más o menos sugestionado, y punto, no hay más que hablar. Pues el cine es emoción, como dice Garci… y lo demás es alfalfa, añado.

Cincuenta años también tras las cámaras lleva ya el actor de Carmel, desde que debutara de manera escalofriante precisamente con ESCALOFRÍO EN LA NOCHE, verdadera precursora del moderno psycho killer (psicópatas en castellano antiguo, para que me entiendan los más veteranos, que estamos demasiado desbordados por tanto anglicismo), antecesora con amplio margen de ATRACCIÓN FATAL y similares. Y la segunda yesca, no se olvide, fue PRIMAVERA EN OTOÑO, la historia de amor entre un sesentón y una hippy, algo verdaderamente insólito para esa y cualquier otra época… y eso que él jamás ha ido de alternativo ni de otras moderneces (supongo que así se entiende que hiciera LOS PUENTES DE MADISON, eso y que su película favorita es BREVE ENCUENTRO de David Lean). Y poco después, al que sigo considerando el mejor de sus cuatro westerns hasta la fecha, aun reconociéndole a todos ellos su maestría y dejando patente mi debilidad por SIN PERDÓN… me refiero a EL FUERA DE LA LEY (JOSEY WALES).

Con CRY MACHO, rodada con 90 primaveras, llega ya a los 39 largometrajes con su rúbrica. Una cifra más que considerable en el tiempo actual, superada tan solo puede que, por los Steven Spielberg o Woody Allen, maestros coetáneos suyos, aunque algo más jóvenes. Pero es que, además, con qué maravillas ha ido obsequiando durante este tiempo, al que esto escribe al menos… a los citados, añádanse EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE, BRONCO BILLY, SIN PERDÓN, MILLION DOLLAR BABY, MEDIANOCHE EN EL JARDÍN DEL BIEN Y DEL MAL, UN MUNDO PERFECTO, MYSTIC RIVER, GRAN TORINO, EL FRANCOTIRADOR, MULA… Y los poquitos que no han estado a esta altura han sido como mínimos valiosos todos ellos y preferibles a los mejores de tantos de sus contemporáneos, algunos de estos de prestigio demasiado inflado. Y evitaré por esta vez dar nombres.

Y de esta obra prolífica y apasionante hasta el corvejón de la que ha ido dejando testimonio, algunas de las innumerables cualidades que me apasionan de la misma son la sencillez con la que narra sus historias, esa emoción queda que nos va filtrando sin que casi nos demos cuentas, esa pasmosa naturalidad de la que hace gala en todo momento (en la mejor tradición de los clásicos del país de las barras y estrellas), y de la que tampoco está exenta este último trabajo, que más que de crepúsculo bien pareciera ser de arrastre… arrastre admirable, digno y peleón, quede muy claro. De ahí que esa historia sentimental que nos expone no creo que haya que interpretarla literalmente (o sí, ¿por qué no?), al pie de la letra, sino como otro postrero grito del último mohicano californiano, que continua sin dejar asomar al viejo que hay en él, de un nonagenario que está dispuesto a retirarse al definitivo ocaso con las botas puestas y sin renunciar a nada, especialmente a la atención de una mujer.

Y tal vez CRY MACHO no sea de sus películas más redondas, pero yo disfruto tan solo por ver su fina estampa y como sigue “guerreando” a sus 91 años. Ello ya me compensa con creces, pero hay bastante más. Por ejemplo, comprobar cómo todavía suelta algún puñetazo y monta a caballo. No me digan que eso no es digno de admiración. Y conservando ilusiones en todo momento dentro de su palpable crepúsculo (pienso que uno solo se convierte viejo cuando no alberga ninguna expectativa), aunque sean con el objetivo de dar lecciones de vida, es decir darse cuenta de que los años no sirven de mucho, a un chavalín que comienza a formarse, a tener ya que tomar decisiones e iniciar su aprendizaje vital para encarar el camino. Y es que las últimas aportaciones de Clint suponen un ajuste de cuentas consigo mismo. Aquí, sin ir más lejos, repasa ese sobrevalorado y absurdo concepto de lo que es ser macho… quién se lo iba a decir al expeditivo Harry el Sucio. Escúchenle, escúchenle, lo que le dice al chaval mientras va conduciendo… y seguramente fliparán con esas reflexiones sentenciosas que hasta podrían ser unamunianas. De hecho, Don Miguel y él son mis dos filósofos de cabecera, y no pretendo diciendo esto soltar una boutade.

Es esto pues con lo que nos obsequia en su enésimo amago de retirada, un cine contra corriente y contra este tiempo tecnologizado y virtual. Menudo alivio. Y es que salvo la anticipadora y técnicamente más sofisticada FIREFOX (pues SPACE COWBOYS transcurre en el espacio, como podría suceder en un geriátrico) su cine jamás ha dejado de rezumar el mejor clasicismo y humanismo de siempre, ese que muestra las luces y también las sombras que albergamos la especie. Y supongo que él lo cuenta con tanta precisión porque ha visitado varias veces los infiernos terrenales, se ha caído y vuelto a levantar y ha cabalgado por las praderas de la existencia en radiantes mañanas de sol. Por eso también me apasiona su obra, por estos contrastes. Estamos pues ante un cine intimista, sereno, pausado. Cine propio de un orfebre que ha adquirido la sabiduría que otorga el paso de los rieles y las costras que la propia vida va dejando. Cine, también, a ritmo de bolero.

¿Es entonces de las mejores suyas CRY MACHO? Tal vez no como ya he señalado al inicio, pero es de considerable valor, sin duda. Y qué sumamente gratificante resulta en su humildad franciscana y en esa vocación de cine aparentemente pequeño que bien les pudiera acabar revelándose o resultándoles grande. De nuevo… veremos lo que dicta el futuro.

Por supuesto, está en las antípodas de los súper héroes Marvel, sin por ello desdoro alguno para estos, pues me suelen encantar y no por ello tiene que ser incompatible. Pero este es cine con alma, corazón y vida… y con sabor a Clint.

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