Demasiada tecnología y escasa chicha
Por José Luis Vázquez
Definitivamente no acabó de engancharme esta nueva salida a escena de un superhéroe, en este caso de la factoría de la tantas veces baqueteada DC Comics (en cuanto a dividendo nada que hacer hasta la fecha salvo casos puntuales en comparación con la todopoderosa Marvel), a la que para ser justo le debo algunas producciones verdaderamente estelares, como la sensacional trilogía de “El caballero oscuro” o las geniales “Joker”, “Watchmen”, “V de Vendetta” y las peculiares o apreciables o más que apreciables “Wonder Woman”, “Aquaman”, “El Escuadrón Suicida”, “Constantine” e incluso “El hombre de acero”, y aquí lo dejo.
Debo admitir que fui con ciertas ganas a verla. Y conste en acta que tampoco la desdeño, eh. La verdad es que me siento en cierto limbo respecto a la sensación final que me ha dejado.
Cierto que me satura ese empacho que despliega continuamente de efectos digitales, los cuales no conceden tregua en momento alguno. Me acaban saturando, apabullando, desde su mismo inicio, cuando nos son explicados los orígenes “arqueológicos” del protagonista. No lo es menos que la dirección del catalán Jaume Collet-Serra (un notabilísimo profesional de benditos y siempre bienvenidos entretenimientos), el primer español en llegar al número uno en el Box Office de los USA (con “Sin identidad”, responsable de buenos exponentes del cine de terror como “La casa de cera” o “La huérfana”, de un buen suspense acuático y escualos como “Infierno azul” o cuatro thrillers potentísimos y espléndidos protagonizados por Liam Neeson), sólo muestra en instantes demasiado aislados algún signo de distinción o incluso de simpático homenaje (ese guiño a Sergio Leone y Clint); hace sin embargo excesivas concesiones falleras al mega espectáculo banal que no aporta gran cosa.
En lo que tal vez una buena porción de aficionados hemos coincidido es que, en su personaje central, el que otorga título a esta traca apocalíptica, estriba la mayor gracia de esta propuesta. El hecho de que no sea precisamente un tipo inmaculado o con pretensión alguna de salvar a los demás o al mundo. Como ha dicho algún colega, “no es héroe ni villano”. En ello tal vez estribe su mayor gracia.
Al respecto no se olvide que constituye la segunda y distendida colaboración (tras “Jungle cruise”), en un estilo clara e igualmente “videojueguero”, entre el actor que lo encarna, el rocoso Dwayne Johnson y el director, el citado Collet-Serra, lo cual vuelve a testificar que existe una cierta complicidad entre ambos que, si no traspasa en exceso la pantalla, al menos le concede un tonillo de divertimento ligero que no me irrita especialmente. Podría haber sido menos, no es cuestión quejarse mucho.