Un thriller australiano meritoriamente seco y soleado
Por José Luis Vázquez
Después de varias décadas de predominio masivo por todo el planeta de thrillers oscuros no ya en su temática, algo consustancial al género, sino en su iluminación y ambientación climática, agradezco este resurgir al estilo sesentero/setentero -ahí están HARPER o CHINATOWN entre otros- de la luz, del sol, marcando a los personajes de este tipo de historias. Por tanto, a las autóctonas LA ISLA MÍNIMA o TARDE PARA LA IRA hay que añadir ahora esta sólida muestra proveniente de las Antípodas, del país de los canguros y del grandísimo Peter Weir (EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS, MASTER AND COMMANDER: AL OTRO LADO DEL MUNDO).
Este nuevo y loable exponente transcurre en época contemporánea y cuenta la historia del regreso a su ciudad natal tras veinte años de ausencia de Aaron Falk, un agente federal hirsuto, o si prefieren un tanto tieso. Va a investigar el asesinato perpetrado por un antiguo amigo suyo de su esposa y uno de sus hijos, y su posterior suicidio. Ello se hilará con una antigua muerte de su época adolescente. Supuestamente podrían estar relacionados ambos episodios trágicos, criminales. Pero no seré yo el que desvele nada.
Y de esto va fundamentalmente esta película de misterio que capta la atención en todo momento, de desentrañar la madeja de todo esto. Para ello tira de algún giro ingenioso, de pistas para despistar saludablemente a los espectadores y de una utilización masiva pero eficaz de flashbacks.
El director autóctono Robert Connolly en el que bien se puede considerar su trabajo más robusto y pulido (y conste que cuenta con algunos otros plausibles, otras dos aportaciones al género en su variante política y judicial, LA CONSPIRACIÓN BALIBO y THE BANK, su opera prima de 2001) le confiere una turbia y enmarañada tensión en todo momento. Se apoya preferentemente en su compatriota (originario del mismo estado, además, Victoria, situado en el centro de su país) Eric Bana, que vuelve a protagonizar una película en su país natal después de varios años rodando sin parar en Hollywood y consiguiendo unos cuantos hits o trabajos de reconocimiento, desde BLACK HAWK DERRIBADO a MUNICH, pasando por HANNA, el estupendo STAR TREK de J.J. Abrams, TROYA o HULK. Ejecuta, plasma con ejemplar contención a un individuo no dado a demasiadas complacencias, un tanto hierático. Pero ya saben, las apariencias son a veces eso, apariencias, o encubren dolorosos episodios del pasado. Pues aquí éste y el presente se acaban entrecruzando y confluyendo para volver a sacar a la superficie mentiras y verdades de matorrales.
El resto del reparto no presenta mucho eco mediático fuera de sus fronteras habituales, pero resulta de lo más solvente. Rara vez falla tampoco en este aspecto tan destacada cinematografía. Componen a diversos personajes oscuros, de retorcido camuflaje, tal y como requiere el relato.
La ambientación por la que se desenvuelven resulta igualmente otro elemento, un ingrediente sumamente importante, pues ya el título nos remite a un lugar desértico y estéril, en el que no ha llovido desde hace un año. La aridez del terreno, principalmente campos de cultivo secos (la sequedad narrativa acaba erigiéndose en otra de sus señas de identidad) acaba contagiando a sus criaturas… o viceversa.
A ello hay que añadir una calidad de imagen granulada a la antigua usanza que le confiere un toque retro que no es tal, pero que le sienta bien.
Más de un colega anglosajón y español se ha referido a este drama criminal como de combustión lenta, cocido a fuego ídem, y yo me sumo a esa descripción y la suscribo plenamente.
Seguramente no defraudará a los amantes de este tipo de historias.