"La fiera de mi niña” magistralmente renovada
Por José Luis Vázquez
Esta libre variación de otro monumento de la comedia cinematográfica, “La fiera de mi niña”, en la que aquí se truecan los huesos de diplodocus de aquella por rocas ígneas, constituye otro destacadísimo eslabón a añadir al asunto de la “guerra de sexos”. Al igual que en aquella obra maestra de Howard Hawks, un individuo apocado, en esta ocasión Howard Bannister, ve alterado sísmicamente su compromiso sentimental y su apacible existencia por una mujer de fuerte, de arrasador carácter y de las que atrae complicaciones, Judy Maxwell.
Ellos son, respectivamente, unos fenomenales Ryan O´Neal, digno émulo de Cary Grant, y una arrasadora y magnética Barbra Streisand. Él, recién salido del éxito sentimentalón “Love story”, ella en toda la cúspide de la interpretación y la música, con un Oscar ya en sus faltriqueras por “Funny girl”.
Por supuesto, tuvieron la suerte de contar alrededor con un equipo de secundarios de verdadero postín dándoles adecuada réplica. Atención por ejemplo a esa primera aparición en la gran pantalla de Madeline Kahn, como la novia en principio oficial y posteriormente relegada y atribulada de O´Neal. Tan afortunada fue la colaboración con el director, que al año siguiente repetiría en otra memorable aparición en “Luna de papel”, siendo nominada al Oscar que le arrebataría curiosamente la hija del actor, Tatum.
Tampoco pierdan de vista a Austin Pendleton como el señor Laramy, años más tarde uno de los destacados figurantes del reparto de “Two much” de Fernando Trueba, a Liam Dunn, antológico en la secuencia del juicio, o un jovencísimo Randy Quaid, hermano del más popular Denis (el de “El chip prodigioso” y “Querido detective”).
Contaron con la inmensa fortuna de un guion en estado de gracia a seis manos, la de tres avezados profesionales del medio, posteriormente cineastas dos de ellos, Robert Benton, Buck Henry y David Newman.
Consiguieron plenamente dar una vuelta, un homenaje actualizado a la gran comedia norteamericana de los 30 y 40, la del propio Hawks, Cukor, Sturges o Lubitsch. La denominada “screwball comedy”, enloquecida y delirante, tanto por diálogos como por situaciones. Pondré tan solo dos ejemplos memorables de ello y de los que permanecen en el recuerdo: la confusión de los maletines a cuadros o la persecución de tres coches por empinadas calles de San Francisco de un triciclo de helados. A propósito de este pasaje, resulta difícilmente describible por ese descacharrante el momento en el que se trata de pasar una gran cristalera de acera a acera. Un gag que bien podría beber igualmente del Blake Edwards de “La Pantera Rosa” o “El guateque”.
Y es que el firmante de este tan placentero exponente del género, Peter Bogdanovich, tal vez sea el director cinéfilo por excelencia junto a François Truffaut, Martin Scorsese o Quentin Tarantino. En España, el equivalente bien podría ser José Luis Garci.
La filmó entre otras dos de sus obras maestras, “La última película” (“The last picture show”) y la anteriormente mencionada “Luna de papel”. Tiene unas cuantas más y en registros tanto cómicos como dramáticos: “El héroe anda suelto”, “Máscara” (otra extraordinaria variación, en este caso de “El hombre elefante”), “Una señorita rebelde” “¡Qué ruina de función!”, “Saint Jack, el rey de Singapur”, “Todos rieron” (inolvidable despedida protagonista de mi adorada Audrey Hepburn) o “Esa cosa llamada amor”.
Ejecutó un trabajo extraordinario, inmaculado en la elaboración de gags, en abordar esa suplantación de personalidades o a la hora de mostrar los desastres de todo tipo que ocasiona Streisand.
Por cierto, la estrella nos obsequia con dos canciones, la que abre y cierra la película, la célebre “You´re the top” de Cole Porter, y una versión muy sui generis, acompañada por su partenaire, del mítico “As time goes by” de “Casablanca”.
No dudo en afirmar que considero “¿Qué me pasa, doctor?” como una de las mejores comedias de la historia. Un permanente disfrute, desternillante, brillante, de talento atemporal. Un constante y desbordante chorreo de carcajadas de principio a fin.