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Enviado por Ramón Vidal el
Imagen de la película “Los Goonies”
Ramón Vidal
Los Goonies

40 años ya y continúan tan incombustibles

Por José Luis Vázquez

Señoras y señores, niñas y niños, adolescentes permanentes, palabras mayores, me toca hablar de los inagotables, perseverantes, entusiastas y formidables Goonies. Y es que estamos de aniversario, cuarenta años la contemplan. Quién lo diría. Y cómo hemos cambiado… al menos algunos.

Me encuentro, junto con “E. T. El extraterrestre”, ante mi película de temática juvenil favorita de “entretiempos”, es decir de esa instalación en una juventud todavía un tanto sanamente infantilona e ingenua.   

Toda una conmoción vista en su momento para mucha chavalería y algún talludito… y garantizo en mi caso que aún varias veces después. De alguna manera supone la traslación libérrima y a lo grande, en el mejor estilo “spielbergiano”, aunque la dirigiera con enorme tino el impecable “artesano” Richard Donner (firmante de las estupendas “La profecía”, “Max´s Bar”, “Superman”, “Lady Halcón” o “Arma letal” entre otras), de esas primeras y apasionantes lecturas juveniles de “Los Cinco”, de la imprescindible “La isla del tesoro” de Robert Louis Stevenson o de múltiples ficciones de corte parecido. Y de inagotables lecturas de infancia.

Un espectáculo generoso en medios, pero, sobre todo, en encanto, inventiva, diseño artístico y arrasadora simpatía. No puedo evitar que cada vez que la contemplo, y esto es también intransferiblemente personal, me invada una feliz y reconfortante melancolía con esas imágenes de tardes inicialmente aburridas, de maquinaciones adolescentes, en las que aquíunos avispados, vivos y bullentes críos sueñan con descubrir tesoros y vivir las más intrépidas y temerarias aventuras.  

Están tan sumamente bien dirigidos, son tan salados y demuestran tanta desenvoltura esa pandilla de variopintos chavales (como ese inventor y simpatiquísimo Data encarnado por Ke Huy Quan, acababa de salir de “Indiana Jones y el templo maldito”… futuro Oscar por la indescriptible “Todo a la vez en todas partes”) que es muy difícil no dejarse arrastrar por ese tiovivo, esa montaña rusa prácticamente literal, ese esplendoroso y muy creíble parque de atracciones que ponen a su disposición guionistas y veteranos maestros en estas lides.

Además, por ahí ya asomaban rostro y palmito actores que acabaríancuajados como tales o futuras mini estrellas, como Corey Feldman, Sean Astin o Martha Plimpton. 

Deambulando todos ellos por una historia de la cual me encanta, entre otras muchas cuestiones, cómo están descritas esas tardes plomizas de verano con lluvia en que se maquinan o se topa uno con ellas las más delirantes búsquedas de emociones en compañía de tus colegas adolescentes… o casi.

Su clímax, su desenlace resulta trepidante, memorable. Entre grutas milenarias y resonancias piratas, horrorosas y ciclópeas criaturas de lo más entrañables o chicos cuya medida de emociones fuertes no tiene fin, entre reencuentros familiares y una contagiosa diversión que siempre nosdevuelve durante casi dos horas a muchos de nosotros a “aquellos maravillosos años” de nuestra vida, transcurre una apasionante aventura protagonizada por unos irresistibles e inolvidables Goonies, verdaderos iconos de un tiempo mágico y jamás ido… ay esos añorados 80. 

Creo que no deberían hacer esa secuela prevista salvo que a la tarea se ponga el mismísimo Spielberg (bordó el casi imposible “remake” de “West Side Story”) o colegas similares, véase J.J. Abrams, puesya se pudo comprobar la maravilla que hizo hace más de una década, década y media, con “Súper 8”.

Felicidades y gracias. Siempre seré Goonieeeee. Y eso se es o no se es.

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