Aseadito romance masculino
Por José Luis Vázquez
Nada que ver esta producción estadounidense, “Quédate a mi lado” (en el original es algo así como “Alerta spoiler” si me ciño a su traducción literal), con su homónima norteamericana de 1998, ese espléndido y popular melodrama protagonizada por esas dos fantásticas actrices y mujeres que felizmente continúan en activo y que son Susan Sarandon y Julia Roberts. O bueno, sí, algún que otro vaso comunicante mantienen en común, pues también esta propuesta aborda como telón de fondo una enfermedad terminal (en los trailers y en las sinopsis ofrecidas ya se desvela, nada les chafo).
Y al decir esto, ni mucho menos tiro por tierra a la que aquí me ocupa, una atractiva historia de amor (su protagonista Michael Ausiello deja bien claro mediante voz en off que estamos ante “más que una comedia romántica, una historia de amor”, no seré yo quien le enmiende la plana) con el típico esquema de chico encuentra a chica y la relación sigue adelante. Con un matiz, aquí son chico y chico. Pero, por lo demás, parte de los habituales ingredientes de este tipo de planteamientos.
Por tanto, no esperen sorpresa alguna. Y, a la vez, se va sobre seguro si gustan de este tipo de propuestas originarias de los USA que, en considerable porcentaje, con mayor o menor fuste, suelen resultar confortables y relajantes pese a abordar cuestiones dramáticas en tramos puntuales. Por enésima vez he de confesar que me considero devoto del género, incluso de títulos como este que no resultan especialmente memorables, si me apuran un poco planos o laxos en alguno de sus tramos, pero al que a la vez le agradezco que no se deje llevar por sus -como dicen los modernos- aristas melodramáticas y que evite en buena parte la cursilería, aunque hay veces en que ésta me encanta en este tipo de producciones… depende.
Y es que, aunque solo fuera por sus localizaciones, sus intérpretes (los dos de aquí, Jim Parsons y Ben Aldridge, son convincentes) o sus creíbles, naturales, ágiles diálogos, ya sería motivo suficiente para reafirmar mi predilección. Por supuesto, cuando el género consigue alcanzar las cotas de excelencia de “Vacaciones en Roma”, “Sabrina”, “Locuras de verano”, “La fuerza del cariño”, “Hechizo de luna” o “Mejor… imposible”, u otros miles de ejemplos más, el placer es ya absoluto. No es el caso, pero al tono medio estilado -sin elevar la voz- para la ocasión, también le concedo mi plácet. No se olvide que precisamente cierto tono medio es el que hace tantas veces la grandeza de una industria, pues no sólo de genios se nutre la misma.
Hablando todavía más en plata… es correcta sin más, la sigo con agrado, sin mayores sobresaltos. Es aceptable. Su director, Michael Showalter (firmante de las francamente apreciables, cuando no estupendas “La gran enfermedad del amor”, “Los ojos de Tammy Faye”, “Hola, mi nombre es Doris” o “Los tortolitos”, también de varias series notables como “Love” o “Grace and Frankie”), no se complica con su puesta en escena, y eso puedo considerarlo en este caso una discreta virtud. Para estos tiempos un tanto infantilizados o liofilizados, en el que el cine que llena las pantallas va dirigido apabullantemente a los más pequeños en detrimento de ese otro de corte adulto en el mejor sentido del término, no me parece poco bagaje.
Informar a curiosos que está basada en hechos estrictamente reales.