De las que hacen pensar sin dar la brasa
Por José Luis Vázquez
(Se puede ver este 11 de agosto en Los Jueves al Cine con Cine Club Mancha)
“Este mundo no promete nada a nadie y ningún hombre vive como él desea”
Inevitablemente, tal como me sucede en numerosas ocasiones cuando me sitúo ante un pantalón (pero da igual que sea pequeño, eh), mientras contemplo “Los perdonados” me vienen otros títulos cinematográficos a la cabeza. En esta ocasión son dos, “Babel” y “El cielo protector”.
Y no es que se parezcan precisamente o tengan demasiados puntos convergentes, pero hay chispazos, un algo que me provoca su asociación: la inmensidad del desierto, una pareja al borde de la ruptura en ese paisaje árido, las nefastas -o reveladoras- casualidades que tiene la vida, el contraste entre un falsamente opulento y vacío Occidente y el empobrecido, misterioso y escrutador Oriente….
Dicho lo cual bien podría ser considerada ésta como una película discursiva, o con mensaje como se decía antes (me consta de varios colegas o conocidos que afirman salir del cine planteándose cosas… los entiendo), pero aunque no sea así del todo, lo que la redime definitivamente es la potencia visual y narrativa que muestra su director (el talentoso cineasta irlandés John Michael McDonagh, firmante de las espléndidas “El irlandés” y “Calvary” -coincide con ambas en que esto va también de compasión y perdón-, hermano del igualmente destacado Martin McDonagh, responsable de otras dos joyas, “Escondidos en Brujas” y “Tres anuncios en las afueras”) y unos personajes trazados con acusada, con marcada personalidad.
Principalmente dos, ese marido británico encarnado por Ralph Fiennes (“El paciente inglés”) y ese afligido y desolado padre que ha perdido a su hijo en un estúpido accidente (impone Ismael Kanater como Abdellah Taheri). Ah… y no pierdan tampoco de vista al lúcido y humano mayordomo Hamid encarnado por Mourad Zaoui. Una especie de silencioso pero esclarecedor Pepito Grillo.
Por supuesto, y teniendo en cuenta que a lo mejor no resulta tan mimado o desarrollado tengo que destacar al que lleva a cabo la extraordinaria Jessica Chastain tras su merecido Oscar (1,63 de maravillosa mujer se mire por donde se mire o se mida por donde se mida), pues como comprenderán una propuesta que la aloje en sus pliegues necesariamente gana en calidad, y aunque ya digo, no esté tan tejido en origen como otros anteriormente citados. Pero ella se basta solita para adornarlo convenientemente y darle cierto realce. Es la desgastada y caprichosilla esposa del primero de los anteriormente citados.
Es importante, o al menos yo así lo considero, que presten especial atención a la evolución experimentada por Fiennes. Me parece clave. Aunque en realidad nadie de los que aquí aparecen tiene desperdicio, desde esos niños que ansían una vida mejor vendiendo fósiles hasta el poliédrico bereber interpretado por Saïd Taghmaoui.
Sin duda el guion del propio director, basado en una novela de Lawrence Osborne muestra inteligencia y perversa intencionalidad, consiguiendo un “thriller” atípico, por momentos modélico, psicológico, humanista, sofisticado e incluso elegante. Tal vez lo que resulte más obvio o pueda chirriar ligerísimamente sea su crítica social, de lucha de clases y el dibujo a veces fácil -no por ello menos cierto- de unos occidentales decadentes y unos parias u orientales moralmente ejemplares. Pero le puedo perdonar esa parte por el desasosiego, la desazón que me provoca en todo momento. Y por el clima sofocante y a la vez fascinante logrado. El sabor amargo en mi caso resulta inevitable.
Supone otra nueva demostración de que la escritura en cine también continúa resultando fundamental. Verdaderamente notable.